TECÀMAC, Mèx.- 2 DE OCTUBRE DE 2016.- Han pasado más de 8 años desde que Miguel está esperando la indemnización que los dueños de la empresa Jumex, donde trabajaba, ubicada en Ecatepec, se han negado a pagarle, luego de que un accidentes que sucedió durante horas laborales, lo dejara parapléjico.
Miguel Ángel González López, de 35 años de edad, comentó que fue en 2 de agosto del año 2008, cuando su vida cambió por completo, al sufrir el accidente cuando regresaba de Tecámac de verificar el crédito de una tienda, a donde lo habían mandado de la fábrica Jumex, ubicada en la Vía Morelos en el poblado de Tulpetlac.
Sentado en su silla de ruedas a las afueras de la casa donde ahora vive con su madre en la calle Violeta en el poblado de Ozumbilla, recordó que en ese entonces tenía 27 años, cuando viajaba vestido con su uniforme de trabajo color azul, alrededor de las 10:15 horas, a bordo de una motocicleta propiedad de la empresa, donde se desempeñaba como promotor, sobre la carretera México-Pachuca dirección a la Ciudad de México a la altura de la comunidad conocida como Esmeralda, cuando una unidad de transporte público lo impactó del lado derecho, lo que provocó que se estrellara contra una camioneta que estaba estacionada a las orillas de la vialidad.
“Fueron paramédicos de protección civil los que me trasladaron a la clínica 68 del IMSS, según supe, pero que no me recibieron por la gravedad de las fracturas que presentaba, en cuello, cráneo y columna entre otras, por lo que me llevaron al hospital Magdalena de las Salinas”.
Lugar donde duró en estado de coma más de tres meses y otros cinco meses, continúo internado porque fue intervenido quirúrgicamente en varias ocasiones, ya que presentaba siete fracturas en distintos puntos de su cuerpo.
Acompañado de su esposa, Teresa Torres Luna, con quien tiene 17 años de casado, Miguel explicó, “duramos un año sin ver a nuestros dos hijos, porque mi esposa se quedaba conmigo en el hospital, fueron momentos muy tristes, pensé era una pesadilla la que estaba viviendo, pero desgraciadamente fue verdad, los doctores decían que pensaban iba a morir, pero me informaron no podrás volver a caminar”.
Indicó Miguel, que su esposa le platicó que el doctor de la empresa Jumex, se presentó al ministerio público de Tecámac, a recoger la moto, y que dejó ir a los responsables del accidente con el argumento que él ya estaba siendo atendido en el IMSS y no sabía cuándo podría declarar.
Mientras él seguía internado, explicó que su mujer Teresa fue a la compañía donde laboraba, para pedir la indemnización a la que por ley tenía derecho, pero que como habían cambiado de personal, un sujeto de recursos humanos, le ofreció por no aceptar fuera accidente en horas de trabajo, darle la cantidad de 600 pesos, a cambio de firmar la renuncia, situación que no aceptó y se retiró del lugar.
“Empezó mi calvario, tuve que vender todas mis muebles, empeñar alhajas, no tenía ni para pagar la renta, por lo que me fui a vivir con mi mamá, porque nos dio un cuarto en el cual vivo, no tenía ni para comer, los 1.100 pesos que me estuvieron dando por incapacidad en el seguro se acababan en alimentación de mis hijos”.
González López expresó durante la entrevista “después de salir del hospital, intente quitarme la vida, ya no quería vivir, me tome unas pastillas pero falle, me sentía inútil, ya no podía mantener a mi familia e inclusive le decía a mi esposa que me abandonara, que rehiciera su vida que estaba joven”.
Precisó que ahora están cobrando por parte de lo que tenía en su afore Bancomer, una pensión por invalidez mensual de Mil 100 pesos, después de que realizaron un largo trámite, del cual desconocían como hacer, pero que una persona les informó como lo realizarán, pero que temen que el dinero se acabe.
Esa cantidad recalcó Miguel, no les alcanza para nada, e inclusive ahora su hija Jessica Jazmín de 16 años de edad, tuvo que dejar de estudiar por falta de recursos económicos y no pudo inscribirse a nivel bachillerato, mientras el único que sigue en la escuela es su pequeño Luis Ángel de 13.
Comentó que con el paso del tiempo, no se resignaba aunque ha recibido terapias para la movilidad de parte de su cuerpo, se ha resignado a vivir, postrado en una silla de ruedas que recalcó, le regalaron las enfermeras del hospital donde estuvo internado por un año y que aún se encuentra en buen estado.
“He pasado tiempos, difíciles, me la pasaba llorando, me encerraba en un cuarto, cerraba en un cuarto, pero mi esposa y mis hijos me han ayudado a salir adelante, porque tengo que utilizar una sonda, y pañal debido a que no puedo mover más que mis brazos que fueron los únicos que reaccionaron con las terapias ya que no los podía mover”.
Triste platicó, que todos los fines de semana tiene que trasladarse por las calles con ayuda de su familia más de un kilómetro para llegar a las afueras de la iglesia San Francisco de Asís ubicada en el poblado del mismo nombre, en donde coloca su canasta con papas y chicharrones que ellos mismos hacen y venderlos al igual que pequeños juguetes.
“He sobrevivido porque mi esposa y mi hija, que tiene problemas auditivos, diariamente salen a caminar por la calles de éste poblado, vendiendo las papas y chicharrones, pero lo poco que sacamos, porque a veces las ventas son muy bajas apenas y nos alcanza para comer”.
Mostrando uno de los productos que vende, subrayó, que se ha tenido que enfrentar al rechazo de la gente, por el simple hecho de estar discapacitado y que inclusive no es beneficiario de ninguno de los programas que ofrece el gobierno municipal y estatal aunque les ha pedido a los gobernantes de ese municipio lo ayuden, sin hasta la fecha tener respuesta favorables.
“Me gustaría que las autoridades voltearan a vernos, para que por lo menos ayuden a mis hijos a que sigan estudiando ya que también hemos solicitado becas para ellos, pero nadie nos hace caso, yo estoy luchando mucho con mi esposa para que ellos salgan adelante, pero no nos alcanza y quiero que mis hijos se preparen y en mi estado soy capaz de darles todo lo que merecen, porque con lo poco que vendemos no nos alcanza”.
Finalmente Miguel Ángel, hizo un llamado a los dueños de la empresa Jumex, para que le entreguen su indemnización que por ley le corresponde y reconozcan que fue un accidente de trabajo, porque insistió, estaba cumpliendo órdenes de su jefe inmediato y no se le hace justo que como empleado lo hayan abandonado a su suerte, sin interesarle su estado de salud en el que quedó y que lo mantiene postrado en una silla de ruedas.
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