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Joven vive un infierno; policías la violaron y torturaron en Edomex

POR: / 24 de septiembre de 2016

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La joven continúa siendo amenazada después de su liberación.

La joven continúa siendo amenazada después de su liberación.

IXTAPALUCA, Méx.-24 DE SEPTIEMBRE DE 2016.- Una joven fue violada, golpeada, torturada y amenazada por policías municipales, que intentaron inculparla de un delito que no cometió.

Gabriela de 19 años de edad,  narró que el  11 de junio de 2015, cuando caminaba por la calle Juárez del fraccionamiento Los Héroes Ixtapaluca en compañía de una amiga rumbo a la tienda,  sorpresivamente escuchó el rechinido de un auto,  por lo que al voltear a observar  qué pasaba, dos sujetos dijeron “esa es la perra”,  “ahí comenzó mi martirio”.

Explicó que vio  una  camioneta Express blanca, “dos tipos vestidos  de negro y encapuchados bajaron y me tomaron de los brazos, comenzaron a golpearme y me subieron,  pensé era un secuestro,” dijo Gaby.

Nerviosa,  con la mirada triste, recordó que en total eran seis individuos que la colocaron en el asiento lateral derecho de la unidad  y  empezaron a golpearla en el estómago, y  le decían “tu perra te robaste  una moto, di la verdad, fuiste tú”, pero al negarlo,  continuó la tortura.

“Me tiraron  boca abajo dentro de la unidad, me levantaron la piernas hacia atrás, sentí mucho dolor, pero yo  les insistí  que estaban equivocados que yo no había robado nada y  el chofer contestó, ‘te crees muy verga, ahorita te vamos hacer hablar’, comenzaron a patearme, me pusieron una bolsa de plástico en la cabeza y siguieron golpeándome, pero no dejaría que me culparan de algo que no hice”.

“Uno de ellos,  a quien se acuerda  llamaron Daniel, me bajó los pantalones y comenzó a violarme, mientras a otro que le decían el ‘Comandante Malo’, me  echaba agua a la bolsa de plástico, yo sentía que  me  ahogaba, sentía asfixiarme, pero aun así no se detenían, yo les gritaba que yo no había sido, que yo no había robado nada y continuaron mordiéndome y golpeándome en todo el cuerpo”, narró la joven.

Después de casi dos horas, al ver que no  la doblegaron y no aceptó  el delito del que querían culparla,   la llevaron  al edificio  del  Sistema Municipal de Tecnología Policial (SMTP),  pero durante el camino a ese lugar,  la amenazaron y le mostraron una fotografía de una mujer  asesinada que se encontraba con una bolsa en la cabeza, con los pantalones a las rodillas, tirada sobre terracería,  “me dijeron, mira perra,  si llegas  abrir la boca de lo que pasó o a  denunciar,  así vas a quedar, porque nosotros pertenecemos al grupo de los Caballeros Templarios, vas a valer verga”.

Llegando  al  SMTP fue cuando descubrió que  quienes la habían levantado  eran policías  municipales y aunque pensó que su pesadilla se había acabado, no fue así.

“Los seis sujetos con capucha se bajaron de la camioneta, pero otro hombre de complexión robusta llegó y  con voz fuerte me  gritó, ‘a ver cómo nos vamos a arreglar’ y también quiso abusar de mí, pero le dije  ya me violaron, me golpearon,  yo no tengo para pagar,  yo no soy culpable, me dio una cachetada, golpe con el  que  me tiró al piso y se retiró muy enojado”, precisó.

Por lo que uno de los  sujetos que la privaron de su libertad,  la bajó del cabello y la puso recargada en una pared blanca, en un lugar donde estacionan las patrullas y comenzaron a tomarle fotografías, le pegaban para que levantara el rostro,  ahí observó que hablaron con otros elementos,  para que  fueran ellos quienes  la trasladaran hasta el Ministerio Público, por el delito de robo, y a golpes  quienes le hicieron daño  la subieron a  la patrulla, relató la víctima.

Indicó Gaby que llegando al MP eran otros policías locales los que los estaban esperando para que ellos la presentaran, y  dijeron a los de la PGJEM que  la habían detenido durante un operativo a bordo de una moto que había robado y que su  cómplice se había dado a la fuga, pero que esos uniformados desconocían todo lo que los anteriores encapuchados le habían hecho.

“Estando en el Centro de Justicia  pensé que me ayudarían y le dije al personal de ahí lo que habían hecho conmigo, pero me dijeron que no me tenía que quejar, que nada más me habían sometido porque algo malo hice,  ni si quiera me revisaron, mi espalda, mi estómago y mi vientre estaban llenos de golpes, y cuando les dije de la violación, me contestaron que ese problema lo arreglara en otra parte”.

Un hombre al que no había visto nunca antes la  acusó por el robo y tres días después fue trasladada al Centro de Readaptación Social Chalco,  de donde fue liberada poco después al comprobarse su inocencia.

Asustada,  tronando los dedos de sus manos, las cuales no dejaba de mover,  recalcó que  en ese momento no  se atrevió  a  demandar ante el temor de que los oficiales la mataran, porque ya le habían mostrado  una imagen con una foto de una mujer acribillada.

Pero un día después de que obtuvo su libertad,  los policías  comenzaron a acosarla  y amenazarla nuevamente.

“Me corretean en las patrullas, me gritan perra, te vamos a matar si no te largas de aquí, no entendiste, te vamos a volver hacer lo mismo  y así sucede cada que están en turno, aunque no sé los nombres de los otros tres uniformados que también me siguen molestando, por eso casi no salgo de mi hogar, debido a esto  me siento mal  físicamente, he perdido  más de 20 kilos, a veces entró en depresión, sufro y tengo miedo“.

“Meses después,  conocí a  un chico  quien hoy es mi pareja,  y ahora también, el Comandante Malo, Daniel y Martínez, lo  han levantado, golpeado,  lo han  herido con una navaja y le dicen delante mí que me volverán a llevar y que él estará presente para que vea lo que me hacen y como me cogen, que mejor me largue si no quieren  que nos lleve la chingada”, aseveró Gabriela.

Cansada  de esta situación, ante la segunda amenaza recibida de muerte que sucedió el sábado pasado cerca de la casa que habita, donde los elementos policiacos nuevamente golpearon a Hugo, quien ahora ya es su esposo,  decidieron contar lo que pasaba primero a su mamá y luego al que ahora es su suegro.

De ahí procedió  a realizar su denuncia en el Centro de Justicia para la  Mujeres,  ubicado en el municipio de Cuautitlán Izcalli, en donde fue atendida personalmente  por la Subprocuradora Especializada en Delitos de Género,  Dilcya  Samantha García Espinoza, a quien narró los espantosos hechos de los que fue víctima  y quien le brindó apoyo para continuar con las investigaciones.

Ahora  Gabriela solo pide justicia, aunque tiene miedo a represalias,  espera que los sujetos que le destruyeron su vida,  sean castigados,  y dejen de hacer daño ya que  presiente que lo   que está enfrentando ella y su pareja,  también  se lo hayan hecho  a otras mujeres, que no se han atrevido  acusarlos por temor.

 

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