ECATEPEC, Méx.- 24 DE ABRIL DE 2017.- A más de dos años, de la muerte de su hijo de tan solo 15 años de edad, quien falleció ahogado en Acapulco, lugar a donde acudió al formar parte del equipo de futbol de la filial del Cruz Azul, para jugar un torneo, hoy Dulce María, pide justicia para que se castigue por “omisión de cuidado” al dueño de esa franquicia, quienes tras la muerte de su retoño se deslindaron de la responsabilidad.
Fue el 27 de marzo del 2015 cuando Diego Fernando salió de las instalaciones de la filial Cruz Azul, ubicadas en el Deportivo Oceanía, rumbo a Acapulco, donde jugaría un torneo, en el que ya no participó debido a que murió luego de que fue arrastrado por unas enormes olas al encontrarse a las orillas del mar caminando con otros compañeros, a pesar de que existía la advertencia de que había “Mar de Fondo”, comentó triste Dulce María Teresa Ruiz Garduño madre del menor.
Indicó que unas horas después que partió y llegaron al lugar, recibió una llamada, donde le informaron que se tenía que presentar allá, porque su hijo no aparecía, ya que se lo había tragado el mar.
“Cuando llegué, el dueño del club del equipo, Juan Ignacio Rangel Álvarez, junto con el entrenador, el profesor Francisco Moreno Sánchez, me explicaron que llegaron al lugar y se hospedaron en el hotel “Calinda”, y que a base de contradicciones le dijeron primeramente que los chicos habían ido a comer, después que siempre no, que a comprar, luego que al Oxxo y total que se fueron a la playa, aunque sabían que mi hijo no sabía nadar, a pesar de que medía 1.80 de estatura, yo di el permiso porque me dijeron que solo iban estar en el hotel para salir a jugar pero no fue así”, reitero Dulce.
Explicó que eran cinco jóvenes y su hijo, quienes solo estaban a la orilla de la playa, y que una enorme ola los arrastró a los seis, sin embargo los salvavidas que se hallaban en el lugar y que se dieron cuenta de los hechos, lograron sacar a todos menos a su hijo Diego.
“Cerca de las 16:30 horas de ese mismo día, tras recibir la llamada telefónica que nunca espera uno recibir, de inmediato partí hacia allá, mi hijo no aparecía y comenzó la búsqueda con la marina y yo le rogaba a Dios que me lo devolviera y me molestó que no les importo que mi hijo estaba perdido y el torneo siguió sin importarles mi dolor y mi angustia”, platicó.
Fue hasta dos días después cuando fue encontrado y sintió que su vida se acababa, al ver a Diego que era un buen chico, quien estudiaba la secundaria y seguir con la preparatoria y además quería ser futbolista profesional estaba muerto.
Recordó que, como regalo de cumpleaños, meses antes de los hechos decidió pagar una mensualidad para que entrenara y jugara en ese equipo ya que quería ser un profesional en ese deporte.
“Tuve que cremarlo allá y aunque primero me dijeron que el dueño del Cruz Azul se hizo cargo de los gastos funerarios, después me enteré que fue a través de una cooperación que hicieron varios del equipo y aunque anduvo diciendo que ya se había arreglado conmigo, nunca fue verdad, porque después de ahí jamás lo volví a ver y yo lo que hice fue traerme las cenizas de mí niño”, aseveró Dulce.
Por este hecho realizó una denuncia por “omisión de cuidado” en Acapulco, en contra de Juan Ignacio Rangel Álvarez, dueño de la franquicia del equipo del Cruz Azul, a quien responsabiliza de la muerte de su retoño, al no tomar las medidas necesarias para cuidar a los menores de edad que llevaba bajo su cargo, más cuando las autoridades ya le habían indicado que había mar de fondo, hechos que quedaron registrados en la Averiguación Previa TAB/TUR/AM/03/012/2015.
“El señor se anduvo burlando de mí e inclusive prohibió que se mencionara el caso y el nombre de mi hijo, para que su club no perdiera prestigio y doy a conocer el caso para que lo que yo estoy pasano, no le pase a otros padres, que tienen a sus hijos, jugando bajo el mando de un hombre que no se responsabiliza de nadie”, expresó.
Reveló que su hijo vivía con su abuela Alicia Rebeca Garduño Vera, de 51 años de edad, en la colonia Valle de Anáhuac de este municipio, debido a que ella tuvo que trabajar, ya que el padre nunca lo reconoció, pero que al pasar los años volvió a rehacer su vida y su hijo se quedó con su madre, pero que se hacía cargo de su manutención, y actualmente vive con su actual pareja y su otro hijo de 13 años en la colonia La Joya.
“He sufrido, por su partida, cuando traje sus cenizas mucha gente nos acompañó en sus rosarios, y no podían creer que Diego, que no salía a fiestas y se dedicaba a estudiar y le encantaba el deporte, estuviera muerto”, señaló.
Finalmente dijo que han pasado más de dos años y las autoridades han hecho caso omiso para que el dueño de esa franquicia, que nunca le dio la cara tras la muerte de Diego pague por la Omisión de Caso, ya que fue su responsabilidad lo que pasó y que ahora dejó un enorme vacío en su corazón.