Si tomar decisiones trascendentales nunca es fácil, para un joven de 16 años resulta doblemente difícil, y aunque se desconozca, en el ámbito del balompié esto sucede a menudo. Los jovencitos futbolistas empiezan a desandar un futuro que les exige determinaciones que pueden marcar, a esa edad, el resto de su vida. Y eso es lo que ocurrió con Carlos Vela.
Las opciones son varias: que el club que lo alberga lo pretenda llevar poco a poco para tenerlo en el plantel de primera división, que lo deseen otros clubes o, lo que podría ser el salto máximo, que posee sus ojos algún grande del fútbol europeo. A Carlos Vela le sucedió así.
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Una partida prematura
Esto último es lo que ocurrió con un novato futbolista que vivía en Cancún y que se había mudado solo a Guadalajara, con el objetivo de cumplir sueños. El Chivas incorporaba al entonces pequeño Carlos Vela para entrenar con los suyos, y éste comenzaba a vivir su ilusión. Una que siguió tomando forma y asombró al mundo en aquel recordado Mundial Sub17 de Perú 2005, en donde los juveniles de México se consagraron campeones y el apodado “Bombardero” se volvió pichichi absoluto del torneo, con cinco anotaciones.
Tan así resultó que el Arsenal inglés quiso hacerse de los servicios del oriundo de Cancún: el futbolista no lo dudó y, con solo 16 años, fichó para el club inglés.
Años después, ya experimentado, Carlos Vela reconocería que había sido una decisión apresurada: “Antes del Mundial del 2005 solo era un joven siguiendo sus sueños tratando de llegar a Primera División en México y hacer algo bueno en el fútbol; pero después de eso fue ir a Londres, firmar por el Arsenal. Yo no estaba listo para eso; todo fue demasiado rápido y yo era muy joven. Fue un momento muy difícil para mí», sostuvo en el podcast Inside LAFC.
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Como todavía era menor de edad, no pudo debutar en los Gunners y fue cedido a préstamo al Celta de Vigo, que al mismo tiempo decidió cederlo al UD Salamanca. El delantero, que hoy cotiza en el mercado en 15 millones de euros, comenzó entonces a deambular por distintos equipos, yendo siempre a préstamos pero cuyo pase pertenecía al Arsenal.
“Llegué a Londres sólo unos meses y ahí estaban mis papás, pero después me llevaron a jugar a Salamanca y todo cambió. Fue cuando dije: ‘Carajo, estoy lejos de todos. Ya no pueden venir a verme’. Fue complicado porque, además, no jugaba y tenía que enfrentarme a otro país y cultura”, declaró en una oportunidad a la revista GQ.
En Londres no lo pasó del todo bien. Nunca logró afirmarse completamente. Además, no conseguía estar un tiempo adecuado allí (ni en ninguna otra institución), como para establecerse entre sus pares. Carlos Vela cosechó en el Arsenal un total de 64 partidos, marcando 11 goles y dando 10 asistencias.
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De los Gunners a préstamo al Celta, luego a UD Salamanca, para volver a los Gunners. Terminó la cesión y el conjunto inglés seguía sin estar demasiado interesado, así que lo cedió otra vez, en este caso al Osasuna y por un año. Terminado el periodo en España, retornó al Arsenal, donde logró asentarse durante más de dos años (su mayor etapa en el club).
A mediados de 2011, el Real Sociedad lo quiso y Carlos Vela fue prestado por menos de 12 meses. Allí, finalmente, logró establecer un buen feedback con la institución española, tanto que lo compraron. A partir de allí logró cambiar el chip: “Ahí empecé a disfrutar de nuevo”.