La obra hidráulica fue inaugurada por el dictador mexicano el 17 de marzo de 1900.

ZUMPANGO, Méx.- 25 DE SEPTIEMBRE DE 2014.- Una monumental y centenaria obra hidráulica, orgullo de Porfirio Díaz y desconocida para la gran mayoría de habitantes del valle de México, se deteriora lentamente.

Es la caja de agua del Gran Canal, inaugurada el 17 de marzo de 1900 por el propio Porfirio Díaz.

La imponente obra está enterrada a un lado de la carretera Cuautitlán-Zumpango, cerca de la laguna. Está a cargo de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) y protegida por una cerca de malla ciclónica. El sitio es vigilado por guardias auxiliares de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) de la entidad.

La malla protege a la caja de agua del paso de extraños, pero no del tiempo y de la falta de mantenimiento, que poco a poco deterioran su belleza y majestuosidad.

“Es una obra arquitectónica hermosa y técnicamente importante para regular el paso del agua del Gran Canal hacia el túnel, que desagua allá por el rumbo de Tequixquiac, son 10 kilómetros”, menciona Alejandro Ramírez Curiel, cronista de Zumpango.

Añade: “La caja de agua es toda de piedra labrada, de diferentes calidades y estilos. Es piedra volcánica maciza y otra como tipo tezontle, no sé su nombre técnico pero son piedras especiales que usaron y labradas. Muy bonita”.

El propio Porfirio Díaz la inauguró el 17 de marzo de 1900, una década antes de que dejara el poder, y la obra fue orgullo de su régimen no sólo a nivel nacional, sino internacional.

El Gran Canal saca las aguas negras del valle de México y en esa época era el principal desfogue para evitar inundaciones en la capital del país. La caja servía para disminuir la velocidad del agua antes de entrar a un túnel.

Tres compuertas todavía son operadas manualmente. El edificio está lleno de murciélagos, sin vidrios y sus enormes puertas de madera también muestran deterioro.

“Se necesita que vengan peritos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), porque es un monumento histórico, y se inicie una gestión de recuperación de la caja para que vuelva a su estado normal y asegurar que no vaya a sufrir un colapso tarde o temprano”, afirma Ramírez Curiel.

Añade: “Seguramente el agua de la laguna está humedeciendo abajo y todas esas piedras, por la humedad, se pueden desmoronar o derrumbarse. Ya no afectaría tanto a la ciudad de México porque operan otros sistemas nuevos, pero se pierde un inmueble valioso que por falta de mantenimiento está en esas condiciones”.

El cronista de Zumpango advierte que las raíces de la hierba levantan las piedras labradas rojas y negras, y el agua estancada en algunos puntos desmorona la piedra.

El viejo edificio de compuertas también está severamente dañado, sin vidrios que lo protejan, por lo que sirve de refugio de murciélagos. Antes lo fue de panales de abeja.

“Pienso que la sociedad de Zumpango tiene la culpa y lamentablemente hablar de nuestras autoridades, que han pasado los años y algunas ni siquiera conocen la caja de agua”, expresa.

Y reitera: “Muchos ni siquiera conocen la caja de agua. Y si la conocen les parece bonita, no se percatan que es muy peligroso el abandono en que se encuentra. Hay que hablar con las autoridades del INAH y Conagua”.