Rosalba lleva tatuada en su memoria una frase de su hermano que se ha convertido en su motor para buscar justicia, luego de su asesinato, además, se ha propuesto encontrar a los responsables de truncar sus sueños.

«Uno nunca sabe lo fuerte que es, hasta que es tu única opción», a diario que se despierta le retumba en la cabeza, a casi siete meses del homicidio de Cristian, su caso sigue impune ante la opacidad de la Fiscalía.

El enfermero de 21 años fue «levantado» por policías municipales de Toluca, término coloquial para referirse a una desaparición forzada, el 17 de julio de 2020, un mes después su cuerpo apareció en el Semefo.

Las investigaciones no presentan ningún avance a pesar de que la familia entregó videos, pruebas, fotografías y testimonios de los responsables, no hay ningún detenido, los uniformados ni siquiera han declarado.

Las autoridades de justicia mexiquense tratan de tranquilizar a los deudos con el pronunciamiento de que han liberado una orden de aprehensión, sin embargo, ni siquiera existe un nombre del presunto agresor.

«Desde el inicio la Fiscalía no hizo nada para encontrarlo, di muchas pistas, pero ni aún así logramos dar con él, nos dicen que van a detener a una persona pero ni siquiera hay más detalles», reprocha la mujer.

Todo apunta a un caso más de impunidad en el Estado de México, se ha ocultado información para dar con los involucrados y desechado pruebas contundentes, «el día que se dijo que eran policías se detuvo todo», insiste.

«¿Quiero saber por qué lo mataron?»

Cristian amaba el fútbol, entre sus planes estaban comprarse un coche con lo que ganaba en los dos trabajos que tenía en hospitales de la ciudad, quería construir una casa más grande para sus padres y hermanos.

El día que desapareció no pudo ver alza la copa a su añorado Cruz Azul, la violencia no lo dejó concluir una licenciatura en Salud, tampoco crear la fundación que tanto soñaba junto con sus nueve hermanos.

Era un joven noble y bueno con vocación de ayudar al prójimo, recuerda Rosalba, mientras las lágrimas escurren frente al altar con la imagen de él junto a la Virgen María que ha colocado en la entrada de su casa.

«¿Quiero saber por qué lo mataron?», dice mientras se maldice por no encontrarlo a tiempo como si fuera su culpa que haya desaparecido en la tercera entidad más peligrosa del país, advierten las cifras del año pasado.

Habla como si lo tuviera físicamente frente a ella, es su fotografía donde a diario le pide fuerzas para no claudicar ante los abusos y anomalías del Ministerio Público que lleva el caso pero no le dan respuesta.

Lo que sabe prácticamente lo ha tenido que investigar, ante la lentitud y poco interés de la Fiscalía mexiquense que se ha escudado en la contingencia sanitaria para no dar resultados, han archivado su expediente.