TENANCINGO, Méx.- 25 DE NOVIEMBRE DE 2017.- Apenas unos días atrás, Felipe había regresado a su tierra natal en el municipio de Zumpahuacán, ubicado en la zona sur del estado de México, para pasar el fin de año, tras volver de Estados Unidos.

En Tenancingo, a unos kilómetros de su casa, fue en busca de saludar a viejos amigos después de meses sin verlos, y ajeno al problema de inseguridad que vive el municipio, recorría las calles de San Juan Xochiaca.

Su paso fue observado por los vecinos, una suposición mal hecha lo ubicó junto a otro un compañero como robachicos que buscaban una noche antes, pero pese a la consigna decidió identificarse, aunque nadie quiso escuchar.

Fue cercado, antes de las tres de la tarde empezó la barbarie, decenas de puños se abalanzaron contra los dos, su acompañante logró huir echando más leña a la hoguera a pesar de no oponerse a aclarar que no era delincuente.

Argumentó no tener nada que ver con las acusaciones formuladas en su contra, mostraba las identificaciones que podía al ser bajado del vehículo que conducía, sin embargo, empezó la ira colectiva en el lugar.

«Es secuestrador», gritó una voz oculta entre un grupo de gente que ya sé había congregado, la falsa afirmación fue el fuego que necesitaba para incendiar la comunidad con sed de justicia ante la inseguridad.

Lo golpearon y amarraron, pese a reiterar su defensa, la turba se hizo sorda a puño limpio y patadas, fue castigado mientras aseguraban que era un delincuente que había intentado sustraer a un menor, fue el rumor que corrió de boca en boca, incluso en redes.

Los policías los rescataron y subieron a una patrulla para llevarlo al Ministerio Público, pero en la única entrada al pueblo se lo volvieron a quitar, siguió el castigo, ya la psicosis colectiva se desbordó cuando los celulares transmitían en vivo.

Las fotografías del linchamiento circulaban, mientras la gente gritaba, Felipe no aguantó más, de algún lado fueron traídos palos y piedras para arremeter contra las patrullas de los policías.

Luego de saciar su hambre, la gente empezó a retirarse, empezaba a circular que se trataba de un hombre inocente, no era uno de los delincuentes que la noche anterior empezaron a buscar sin tener certeza de ello.

La víctima murió a manos de personas hartas de la violencia, pero ahora dejan a dos niños sin padre, sin sustento, a una mujer sin esposo a pesar de pedir freno a las agresiones contra ellas, después del asesinato de Maribel.

Este viernes, tras anunciarse que la fiscalía mexiquense cuenta con videos y fotografías de las personas que durante horas incitaron a la violencia, las calles estuvieron tranquilas a 24 horas de los hechos.