Por: Ma. Teresa Montaño

La instalación de la LX Legislatura Local este martes, ha resultado reveladora en muchos sentidos, en primer lugar puso de perspectiva el alcance potencial que podrían tener los resultados de la jornada histórica del pasado 1º de julio, con una, por primera vez, indiscutible, contundente y definitiva mayoría legislativa que condensa sin duda, todos los sueños y aspiraciones de mejoras y cambios de la mayoría de los mexiquenses.

Ciudadanos que con el hartazgo “hasta la coronilla”, literal, envistieron con una especie de “cheque en blanco”,  a una coalición cuyos 52 diputados (38 de Morena), equipó perfectamente para darle un vuelco a la historia que hasta ahora conocen, una historia contada sexenalmente, por 90 años consecutivos,  plagada de abusos de poder, excesos, despilfarros, pero sobre todo simulaciones institucionales, inseguridad, pobreza, opacidad y corrupción.

La cuestión es si ahora, el consistente bloque que llegó por la vía  de “Juntos Haremos Historia” y el empuje del hoy presidente electo Andrés Manuel López Obrador, será capaz de mantenerse cohesionado o replicará los usos del estilo priísta (adoptado perfectamente por  otros partidos), con sus variantes de presión, chanchullo, compra-venta, canonjías, toma y doy bajo el agua, negociaciones bajo la mesa, compromisos triangulados y un largo etcétera…

La otra revelación fue comprobar “en directo” (término usado en los medios televisivos a las ejecuciones, persecuciones o hechos sangrientos que se transmiten en vivo al público), el shock en que se encuentra el partido en el gobierno, con una reducida bancada de doce legisladores, quienes parecían no dar crédito a lo que estaban viviendo. Acostumbrados a llevar “la sartén por el mango”, a ser tratados como príncipes, a estar rodeados de séquitos completos para atender cualquier detalle, orden o gesto adusto, por mínimo que fuera, en esta ocasión parecían fugados, incrédulos, sin una agenda definida –a estas alturas- e incluso, hasta este martes, sin un líder claro en su minúscula bancada.

Por otra parte, el breve pero contundente discurso que enunció la diputada  de Morena y presidenta de la Mesa Directiva, Azucena Cisneros Coss, también resultó revelador, sobre todo al advertir que pretenden convertir del Congreso Local (por vía de la mayoría de Morena), el Poder del Estado (de los tres Poderes) que nunca ha sido: autónomo verdaderamente y democrático, por agregado. La advertencia de que “no serán más una oficialía de partes del gobernador en turno”,  sorprende por lo inusual, por lo insólito –en una entidad sometida 90 años-, pero también por lo monumental de la empresa…  ojalá y así sea.

Pero si el caso del PRI resulta extraño por su repentino “encogimiento” (de 33 a 12 diputados), el caso del PRD plantea auténticos retos, un inicio de cero y un claro castigo de los ciudadanos, al pasar de doce legisladores a solo y únicamente dos. ¿Y qué podrá hacer el PVEM con dos diputados?, nada, como nada ha hecho este tiempo, gran favor nos harían con desaparecer de plano ese partido que solo ha estorbado y retrasado los avances ciudadanos. Mi opinión.

PARA IRME…

Contrastante resultó la postura en tono “conciliador” de don Maurilio Hernández, a la hora que se le pregunto sobre esa frase contundente de la diputada Azucena Gómez, de que la Legislatura “no será más oficialía de partes del gobernador en turno”. Esa explicación de que bueno… a lo que se refiere es que «ahora van a revisar bien y exhaustivamente todas las iniciativas que mande el ejecutivo», pareció más bien como pasar de un arranque a toda máquina, alcanzar una velocidad superior a los 130 kilómetros por hora y de repente, meter el freno de mano  con rechillido de llantas y todo… entonces, ¿va o no va en serio?, ¿resistirán las tentaciones? ¿O Maurilio ya abrió la puerta a negociar con el gobierno priista?-

El poder ciudadano no se negocia, no olvidemos a Madero.

Hasta la próxima.