En la colonia Guerrero, una familia decidió que el narcomenudeo también podía tener “marca registrada”. La droga no solo se vendía, se etiquetaba: “La Warrior”, como si fuera mercancía legal salida de un puesto de tianguis.
La farsa se acabó cuando agentes de la Policía de Investigación de la FGJCDMX irrumpieron en el inmueble durante un cateo antidrogas. Ahí detuvieron a Blanca “N” y a sus hijos Leonardo y Rito, quienes operaban el punto de venta sin ocultarse, confiados, retando a la autoridad desde la sala de su propia casa.
En el lugar se aseguraron diversas dosis de enervantes listas para su distribución, perfectamente marcadas, sin el menor intento por esconderlas.
La impunidad se respiraba, droga exhibida, venta constante y un negocio familiar funcionando como si la ilegalidad fuera rutina.
El operativo cerró el changarro, droga asegurada, punto clausurado y la familia completa esposada. Madre e hijos fueron puestos a disposición del Ministerio Público, donde ahora enfrentarán cargos por delitos contra la salud.
El mensaje fue claro y brutal, no hay etiqueta, nombre rudo ni sello casero que convierta la droga en legal ni que salve a nadie del cateo.
