ATLAUTLA, Méx.- 19 DE JULIO DE 2016.- Con un siglo de vida cumplido y una mente prodigiosa, doña Carmen Castro Galicia se acuerda con claridad de sucesos que vivió cuando niña en su natal San Juan Tehuixtitlán.
Para festejar su centenario de existencia, hijos, nietos, bisnietos y tataranietos, le festejaron su cumpleaños con una misa de acción de gracias y mariachis en la iglesia de San Juan Tehuixtitlán, el pasado 16 de julio, día de su onomástico, cuando acomodada en su silla en el patio de su casa, doña Carmen contó la historia de su vida que aún recuerda con claridad, aunque ya no escucha muy bien, tampoco camina mucho, daños causados por la edad; es hija de Cleofás Castro y Paula Galicia Miranda, tuvo cuatro hermanos Francisco, Enrique, Enriqueta y Julia.
Estudió hasta segundo grado de primaria, ya que tuvo que dejar la escuela porque no había dinero y tuvo que trabajar, su mamá la envió a ayudarle a una señora de una tienda, al mismo tiempo su mamá le enseñaba a martajar el maíz para hacer tortillas, o para hacer atole, preparar el mole, a lavar, planchar con carbón, labores que iniciaban a realizarse a las cinco de la mañana.
Doña Carmen estuvo casada en dos ocasiones, primero con Silvestre Rivera quien falleció por una herida de bala que recibió durante una fiesta en Atlautla. Magdaleno Ibarra fue el segundo esposo de doña Carmen; la señora procreó cinco hijos con sus dos esposos.
Desde la muerte de su segundo marido, doña Carmen vive sola, no ha querido salir de su casita donde ha vivido desde hace más de 60 años pues dice que es el lugar donde la dejó su esposo y ahí seguirá hasta que muera, pero desde hace cuatro años, cuando cayó un rayo en un capulín que se encontraba dentro de su domicilio, la aventó, dejándola sorda y con golpes en la cadera, desde entonces sus hijos no la dejan sola porque diariamente están con ella las 24 horas del día, quienes se van rolando.
Carmen fue una mujer acostumbrada a trabajar y a ganarse sus centavos, porque a su marido le ayudaba a vender los capulines en la temporada, “me cargaba mi chiquigüite y me iba caminando hasta Ozumba a venderlos, porque el carro estaba hasta popo Park y estaba lejos”, también ayudaba en las casas donde hacían fiesta y criaba animales.
Acerca de su edad, dijo que está en espera de que Dios decida el momento cuando tenga que morir, sin embargo recalcó que la vida tan larga que ha tenido se debe en gran medida a las buenas acciones que hizo, como el respetar y cuidar a su padres, y aseguró “El que obra bien, espera bien y el que no, así le va”; a pesar de su longevidad, no presenta enfermedades crónicas, solo daños causados por la edad.