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Mari José fue asesinada a los 16 años y con un bebé en su vientre

POR: / 3 de mayo de 2017

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El sujeto la conoció desde que ella era muy pequeña.

ECATEPEC, Méx.- 3 DE MAYO DEL 2017.- Mari José fue asesinada  en  Nicolás Romero a los 16 años de edad, con tres meses  de embarazo, por su ex pareja que ya fue sentenciado a 64 años de cárcel el pasado mes de diciembre,  dio a conocer  entre lágrimas su madre  al recordar que en este mes se cumplen tres años de su partida, tiempo en el que recibió amenazas por parte de la familia del asesino y tuvo que dejar su casa, por lo que ahora renta una vivienda en este municipio.

Sentada en una banca en la explanada frente a palacio  municipal, María Eugenia Herrera Reséndiz, de tan solo 37 años de edad, narró  que  fue el 19 de mayo del 2014 que le arrebataron la vida a su hija, quien esperaba un bebé,  al que ya amaban  y fue procreado en una nueva relación  que tenía Mari José, a quien extraña todos los días y se siente destrozada por dentro al no resignarse a lo que pasó.

Recordó que   mantuvo un matrimonio de 13 años  y vivía  en una casa  heredada a  José López Velazco, quien fuera su marido  en Atizapán de Zaragoza, tiempo en el que decidieron  comprar un predio en Nicolás Romero, para dejarle un patrimonio a sus dos hijas que tenían y tras separarse de su ex marido, con el que quedó en buenos términos, por lo que decidió  mudarse a su nuevo predio  donde construyó unos cuartos.

“Llegamos a la comunidad  de San José del Vidrio, conocida como Las Estacas o  Cansa Caballos, en Nicolás Romero, ahí mi hija, Mari José López Herrera, que tenía entre 11 y 12  años, conoció a Nereo Rodríguez Hernández, quien vivía  a tan solo doscientos metros de su nuevo hogar y  con quien comenzó una amistad”, comentó.

Fue para  finales del 2012, que Mari José comenzó una relación con Nereo que le llevaba de diferencia  como  tres o cuatro años de edad, quien pidió autorización para ver a la joven.

“Un día llegue de trabajar cerca de las 20:00 horas y mi otra hija, de nombre Paola, me informó que Mari José se había ido ya de la casa a vivir con Nereo y la madre de él me dijo que quería hablar conmigo, pero llame  a José,  papá de mis hijas, para informarle y estuviera presente y  fue así que los padres de Nereo nos dijeron que  iban a vivir en su casa y que mi Mari sería una hija más para ellos, que no  nos preocupáramos,  en fin creímos en ellos, porque no la pintaron muy bonito y  aunque no estaba de acuerdo aceptamos”, dijo  Eugenia.

Explicó que pasando tres meses, por el mes de enero del 2013, que su hija llegó a su casa donde   carecían de servicios porque la colonia estaba recién poblada, y por la ventana   le pregunto qué cocinaba, y le respondió que cuando llegara su marido se fueran a comer con ella, pero su pequeña  le dijo que lo más seguro era que Nereo, quien trabajaba de caballerango, no iba a querer.

“Desde ahí  presentí, que  a mi hija ya no la dejaban venir a mi casa y que el tipo aunque todavía no la golpeaba, psicológicamente ya la estaba dañando además de prohibirle muchas cosas y hasta apagarle el teléfono celular cuando salían algún lado para que nosotros no pudiéramos localizarla” precisó.

Al pasar el tiempo, fue a través de una vecina que Eugenia  se enteró que Mari José  ya quería abandonar a Nereo, pero que las  cuatro hermanas de él,  le impedían salir de  la casa de los suegros, por lo que  se fue  por ella y se la llevó, al escuchar  de su boca   las palabras de que ya quería dejarlo y regresar a su lado.

Fue así que días después, explicó Eugenia, que tras ver a su ex esposo, para firmar el divorcio, decidió ponerse de acuerdo con  José, su padre,  para que Mari José se fuera a vivir con él, cediéndole la custodia, aunque sabía que no era necesario porque las niñas eran libres de ver a su papá cuantas veces quisieran ya que a pesar de haberse separado  conservaban una buena  comunicación.

Así fue como Mari José estuvo de acuerdo en mudarse con su padre, pero aunque no había pasado ni un mes, Nereo seguía buscándola  y ante la insistencia nuevamente se regresó con él, pero reiteró Eugenia  que  ya no la llevó a casa de su madre sino a un cuarto  que le había prestado un amigo,  de nombre Luis,  porque la mamá del sujeto ya no la quería en su vivienda.

“Sabíamos que estaba con él, porque siempre  le apagaba el celular para impedirle hablara por teléfono y a pesar que fuimos a buscar  esa nueva vivienda, no logramos encontrarla, debido a que la zona era boscosa y era de noche”, refirió.

Fue nuevamente al mes que Eugenia recibió una llamada de una persona, informándole  que fueran a buscar a su hija,  porque nuevamente ya no quería vivir con Nereo y aunque fueron a buscarla, bajo la presión de él negó  todo y continúo su relación con el tipo.

Con tristeza en el rostro, Eugenia  indicó que dos días después Mari José apareció en la casa de su papá, a quien pidió la aceptara y la dejara nuevamente vivir en su casa, ya que había abandonado al hombre   de quien dijo la tenía viviendo en un cuarto donde guardaban un caballo, y dormía sobre la paja y efectuaba sus necesidades fisiológicas en un bote, aunque nunca habló del maltrato sicológico que le hacía.

Meses después, su hija conoció a otro muchacho, cuando se encontraba terminando sus estudios a nivel secundaria en el INEA, quien les pidió autorización para iniciar una relación con  Mari a la que veían  otra vez feliz.

“Fue el 15 de diciembre de 2013 cuando Mari José iba rumbo a mi casa a festejar su cumpleaños,  y en el camino Nereo la interceptó y comenzó a pegarle y tratar de asfixiarla tirada en el suelo, al enterarse que ya estaba saliendo con alguien más y gritando palabras  altisonantes, mientras le decía que si no era de él no iba hacer para nadie”, dijo.

“Me molesté tanto al saber eso que agarré un palo y salí a buscarlo, pero se metió a casa de unos vecinos  quienes no quisieron hablarle y le dio tiempo para escapar rumbo al monte y me dirigí con ella a levantar la denuncia, pero como no había médico legista, me trasladé con ella a  Tlalnepantla, por lo que le enviaron citatorios, pero él  extrañamente desapareció”, señaló.

Reveló  que  fue hasta la primer semana  de mayo de 2014 que lo volvió a ver y le mostré la denuncia, quien al pedir apoyo a las autoridades para que lo detuvieran recibió caso omiso.

Suspiró y  le vino a la memoria el recuerdo “fue en Semana Santa, que no recuerdo el mes en que cayó, al terminar una procesión en la que participó  Mari José, cuando me confesó  que su papá estaba enojado  porque ya estaba embarazada de su nueva pareja, sentí enojo, pero a la vez me sentí contenta,  la abracé, las dos lloramos  y  le reiteré mi apoyo”.

“Días después fue a mi casa y la lleve al doctor, a que le hicieran el ultrasonido y le efectuaran un chequeo, estábamos felices, amábamos ya al bebé y Mari estaba muy contenta, pero el 17 de mayo del 2014, su papá me habló para informarme que  Mari se había ido nuevamente y  que también  había desaparecido un arma que tenía en su casa”, aseveró.

De inmediato, dijo  se trasladó  para allá, y al llegar  José mostró un mensaje de texto, que según le había enviado  su hija, pero  como no creyó fuera ella, de inmediato fueron a efectuar la denuncia en el  MP de Atizapán de Zaragoza donde al saber que había desaparecido con la pistola procedieron a  efectuar la carpeta.

Así pasaron dos días de búsqueda sin tener éxito, aunque   sabían que estaba nuevamente con Nereo, pero  desconocían donde la tenía.

El 19 de mayo del 2014, día en que la mujer descansaba,  después de terminar la búsqueda, llegó a su casa  donde  se quedó dormida, ante tanto cansancio que sentía,  y se despertó  luego de que Paola su otra hija, la  moviera para informarme que los vecinos  querían hablar con ella.

“Me  acuerdo  que le respondí, seguro es para otra junta  debido a los servicios que necesitaban meter en la colonia, pero me dijo no mamá, tienen detenidos  a Ricardo, Manuel y Martín en el monte, porque dicen que ellos  encontraron un cuerpo, por eso quieren que vayas a ver”.

Al escuchar eso, expresó que sintió escalofríos, y mando comprar unos cigarros, porque  sabía que no era su hija,  le hablo a su ex marido por teléfono y subió al lugar que ya se hallaba acordonado.

“Yo estaba conmovida y temblando, por dentro pedía que no fuera mi hija y les pedí a los policías me dejaran ver el cuerpo,  pero  me dijeron esperara hasta que llegaran los peritos, pero al llegar el momento, no quise, sentí  miedo, impotencia y  fue así que Paola entró a reconocer el cuerpo,  y al escuchar  el grito de ella, sentí morirme, era mi hija, me la habían matado y Nereo estaba escapando por lo que les indiqué que él era el culpable y tras una persecución en la obscuridad los policías lograron detenerlo, junto con el arma con la que cometió el crimen, yo me le fui encima para golpearlo, porque había destruido mi vida, había matado a Mari José quien llevaba un bebé en su vientre”, platicó soltando el llanto Eugenia.

Así dio sepultura a su retoño,  y comenzó un desgastante proceso, donde el asesino declaró que le había metido un balazo en la nuca, la había enterrado y  echado gasolina para quemarla.

“Fueron dos largos años de espera,  periodo  en el que tuve que abandonar mi casa, por las amenazas de muerte que recibí del mismo preso y de su familia e inclusive perdí mi trabajo y me tuve que cambiar a Ecatepec, a rentar una casa donde actualmente vivo con mi otra hija Paola, quien  ya se casó”, recalcó.

La sentencia del sujeto  que está preso en Barrientos  y que le otorgó el juez el 1 de diciembre del 2016  fue de 64 años 6 meses, pena  con  la  que no paga el dolor que siente y no le devolverá la vida de Mari José.

“Ahora solo temo por Paola, mi  hija mayor, porque después de esto estoy muerta en vida, me la mataron, me mataron a mí también y a mi familia, aunado a eso no tengo un hogar fijo donde vivir y estoy desempleada,  y  a pesar de todo lo que he vivido  desconozco como  sea eso de la alerta de género y mis derechos como víctima, por lo que ya ingresé la documentación para que puedan registrarme a la Comisión Nacional de Víctimas para que se haga la reparación de daños”.

Sé que con eso no  recuperaré a Mari, pero sé que con una ayuda saldré adelante para lograr tener un hogar», ya que al sucederle esa desgracia, tuvo que  abandonar casa y empleo, porque ya no le daban permisos para seguir  realizando las diligencias necesarias para buscar que se hiciera justicia.

 

 

 

 

 

 

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