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TERROR: Mayra fue secuestrada y violada dos veces la misma noche; así lo narró

POR: / 19 de agosto de 2019

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El columnista Héctor de Mauleón dio a conocer el caso de Mayra, quien fue abusada sexualmente en dos ocasiones en la misma noche por un sujeto quien aún está libre en calles de Atizapán de Zaragoza.

De acuerdo con el periodista, Mayra salió de la farmacia en la que trabaja, casi a las diez de la noche, como todos los días encendió un cigarro y caminó por avenida San Mateo, hacia la esquina en donde debía abordar el transporte público.

En ese lugar, cerca de un club de golf, un hombre de sudadera roja y pantalón de mezclilla se le acercó y le clavó una pistola en el abdomen.

-“Vamos a caminar. Me vas a dar tu dinero”, dijo.

Ella recuerda que tenía la voz ronca y no sonaba tan joven.

Mayra llevaba en la bolsa 30 pesos, unas galletas para sus hijos, un teléfono celular y cosméticos.

“Nomás traigo para el pasaje”, advirtió al pistolero.

Mayra recuerda y aún siente cómo el sujeto le golpeó en la cabeza y la obligó a seguir de frente.

-“No hagas nada. Obedece”.

La mujer recuerda que llegaron a un baldío cercano al Teatro Zaragoza, donde le ordenó meterse por la milpa en silencio, estando allí le arrebató la bolsa y la revisó.

-“Como no me gusta lo que traes, te vas a tener que hincar”, le dijo.

Mayra obedeció, temblando de miedo. El hombre de la sudadera le puso la pistola en la cabeza y se bajó la bragueta. “Por pendeja”, escupió.

Minutos más tarde, ordenó a la joven que se desnudara. “¡Empínate!”, rugió. Mayra quiso ver el rostro del desconocido, y recibió un puñetazo. Fue violada en medio de golpes e insultos, describió de Mauleón en su texto.

El violador se guardó la ropa interior de Mayra y le ordenó vestirse.

A pesar de lo que ya había ocurrido revisó el teléfono de la joven. Halló en el álbum la foto de un compañero de trabajo.

-“¿Luis? ¿Es tu esposo?”.
-“No, es un compañero de trabajo”.
-“Vamos a hablarle”.

El periodista relató que cuando Luis tomó la llamada y oyó la voz de Mayra, el hombre dijo:

-“Necesitamos cinco mil pesos antes de las tres de la mañana, porque tengo aquí a tu compañera”.

Salieron de la milpa.

-“No voltees a ver a nadie, no hagas nada, porque te mato”. Ella alcanzó a ver las luces de la avenida, una gasolinera, una fuente, una glorieta.

De acuerdo con lo que Mayra relató al columnista, caminó por la avenida a lado de su abusador durante casi una hora llorando en voz baja.

Fue en calles de la colonia Peñitas, donde el hombre le ordenó marcarle a Luis:  -“Dile si ya tiene el dinero”.

Luis había llamado a la familia de Mayra. La familia reunió seis mil pesos. El esposo de ella intentó averiguar si, efectivamente, estaba secuestrada, y le marcó. Mayra, con el arma en la cabeza, dijo que todo estaba bien: “No te preocupes, me van a llevar al rato”.

Por la tensión en la voz, el esposo supo que el secuestro había ocurrido.

El agresor había pedido que Luis dejara el dinero en un callejón, al pie de una larga escalinata. “Ven solo, si veo algo que no me gusta, me la chingo”, advirtió.

El agresor abusó una segunda vez, según el mientras llegaba el dinero: -“Quítate otra vez la ropa, te voy a dar tu despedida”.

La familia decidió pedir auxilio a la autoridad municipal. Un policía vestido de civil acompañó a Luis a Peñitas. Dos patrullas rondaban en la oscuridad. Luis avanzó por el camellón, y dejó el dinero. El hombre, cuenta Mayra, mandó a un cómplice a recogerlo. Cuando tuvo los billetes en las manos, le ordenó a la muchacha que corriera sin voltear, y soltó un tiro al aire.

El calvario.

En su columna Héctor de Mauleón retrató el terror de sufrir una violación, pero con ello el viacrucis y “crucifixión” de las autoridades, cuando decides denunciar.

Los policías no encontraron al abusador.

Mayra fue llevada al hospital, seriamente lastimada.

En dónde las miradas y las entrevistas, eran de personas que la acusaban como si la culpa fuera de ella.

A pesar de que en el Estado de México existe una alerta de genero, vino la declaración ante el agente del ministerio público Betel Solís Sánchez, y una larga serie de exámenes médicos, igual de dolorosos y humillantes como las violaciones que acababa de vivir.

De Mauleón señala que le pidieron un retrato hablado del agresor, Mayra respondió: “Nunca le vi la cara” y las autoridades le dijeron: “¿Cómo quieres que agarremos a alguien que no tiene cara?”.

En compañía de su esposo, la joven recorrió la ruta del horror. Localizó diez cámaras de vigilancia en la glorieta, la gasolinera, la fuente, un sitio de taxis, varios negocios y una taquería. El agente encargado del caso le dijo que no podía revisarlas todas. “Elijan solo dos”. Como siempre, el caso no ha avanzado.

El agresor se quedó con el teléfono y con todos los contactos de la joven. Una noche llegó un mensaje de alguien que dijo ser El Castigo del Oriente.

El municipio gobernado por Ruth Olvera le ofreció a Mayra un dispositivo de seguridad: una patrulla vigilaría su casa durante algunos días.
La patrulla nunca llegó. Ella dice que la voz del hombre no la va a olvidar: que nunca más la podrá olvidar… puntualizó el periodista y solicitó a la población en general que ayuden a localizarlo.

Hasta el momento nada se sabe del agresor y su cómplice, ante el terror al que se enfrentan las mujeres tras ser abusadas, después los señalamientos de las autoridades, quienes toman el caso y el desconocimiento de los códigos que ellos mismos implementan es que las víctimas deciden no denunciar o iniciarla pero no continuar ya que no pasa nada.

En algunos hospitales, existe el código violeta en el que se ofrecen servicios gratuitos para las víctimas de abuso sexual como son exámenes de VHI, papiloma, la pastilla del día después, etc, etc, sin embargo, hay ocasiones en que sólo las trabajadoras sociales lo conocen, ni enfermeras ni empleadas o cajeras saben de lo que se habla.

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