Frida lo ha visto todo, hace 13 años decidió no ser una más y empezar a denunciar el problema que a diario viven las mujeres en el país, su trabajo a ayudado a resolver feminicidios eso ha evidenciado a autoridades, su labor se ha convertido de alto riesgo, ha recibido amenazas.
En 2006, dejó su hogar en Oaxaca para iniciar su nueva vida, el activismo y ser la voz de quien ya no puede hablar, en el proceso ha encontrado todo obstáculos, empezando por medios que por su línea editorial, la oficial no podían publicar sus casos.
Atrás de esa mujer de lentes rosados y pelo negro con, un acento peculiar que se enfunda una playera con el rostro de Frida Khalo, están cientos de historias de terror por violencia de género, muchas atroces o salvajes pero que eran invisibles para las instituciones.
Las cifras son alarmantes, peor aún la indiferencia de los gobierno para aceptar la realidad a pesar de que a diario son documentados cuerpos lapidados, violadas, estranguladas, calcinadas a manos de personas que se quedaban en la impunidad.
Su actividad no es una guerra con los responsables de la seguridad, sino una mano para atender y solucionar los crímenes que han alcanzado a niñas, están Calcetitas Rojas, los hijos de Sacrisanta que ahora la acompaña y de tantas mujeres asesinadas.
Por años su trabajo se enfocado a denunciar las violaciones graves a los Derechos Humanos que pareciera estuvieron en el anonimato y daba la impresión que nadie las veía, escuchaba o leía, como Guerrera nunca se rindió siguió señalando y acompañando a las familias.
Sin buscarlo ha llegado el impulso a las noches de no dormir, los días sin comer, la insensibilidad e indiferencia de los Ministerios Públicos a pesar del dolor de las víctimas, su labor a abierto los ojos a asumir la realidad que no existía para los gobiernos.
En el estado de México ha encontrado un hogar pero también es el territorio que más casos documenta a nivel nacional pese a los ligeros esfuerzos sabe que aún falta mucho por hacer para evitar que más padres se sumen al dolor de un feminicidio.
Su trabajo empieza con más frecuencia a ser reconocido no solo por la sociedad sino instituciones, el tema del feminicidio no puede seguir en la omisión de aquí no pasa nada, reitera en un auditorio lleno que entiende la violencia que viven las mujeres.
La Comisión de Derechos Humanos del Estado de México le otorgó la escultura de bronce en la categoría de Divulgación e Información en la primera edición de los premios Humaniza, un premio al esfuerzo de 13 años de cientos o miles de casos documentados.
«Es un impulso para continuar, nunca creímos que iban a voltear a ver nuestro trabajo y mucho menos en el Estado de México, ojalá con este tipo de distintivos se pudiera detener todo lo que sucede», anhela tras recibir el galardón y comparte con las víctimas.
En una ceremonia en las instalaciones de la defensoria de Habitantes fue premiada al igual que otra nueve personas quienes se han convertido en un referente de la lucha por la exigencia del respeto a los derechos humanos de las mujeres del país.
Fruto de su actividad la gente le llama, le busca, su teléfono siempre está encendido, confían en ella, ha aprendido a redactar para fortalecer las denuncias de padres e hijos que buscan justicia como un esfuerzo para cambiar a México sometido por la violencia.