«Nunca había pedido un peso, me da vergüenza, pero no me quedo de otra, nadie me da trabajo por mi edad», dice Antonio que se quedó sin empleo desde el inicio de la emergencia sanitario por el Covid-19.

Él al igual que las personas dedicadas a empacar mercancías-cerillos- en los supermercados de Toluca se quedaron sin fuente de trabajo debido a las medidas sanitarias por el coronavirus desde marzo del 2020.

El adulto mayor tuvo que resguardarse por la pandemia, narra trató de estirar los ahorros económicos lo más que pudo; sin embargo, tras quedase sin ingresos se agotaron y se quedó sin dinero ni para comprar comida.

Logró vencer el virus; pero las carencias empezaron a surgir, debía la luz, el agua y no había ni para los gastos del día en la casa, su mujer enfermó, además, al tener 63 años nadie se arriesgó a darle una chamba.

«Fui a tocar a varios lugares y la única respuesta que tuve es que me quedara en casa», recuerda el hombre de la tercera edad, pese a que dice tenía las energías para desempeñar algún oficio, aún es útil, agrega.

Al cerrársele prácticamente todas las puertas, encontró en los calles y cruceros la única opción de conseguir algunas monedas, entre los automovilistas o transeúntes, insiste, mientras aguanta el llanto.

Tras el anuncio del cambio del semáforo epidemiológico a verde, espera que pronto pueda regresar a una tienda o conseguir otro empleo que le ayude a llevar el sustento para su familia.