Carolina Rebeca llevó a su hijo al parque a solo unas calles de su casa, donde su padre lo vería durante dos horas tras acordarlo al separarse, sin embargo, nunca volvió; al día siguiente fue encontrada muerta, desnuda y apuñalada unas 27 veces.

Era 24 de octubre de 2015, ese sábado, la joven de 19 años le dijo a Ángela, “no quiero ir, mami, pero tiene que ver al niño”, recuerda la madre quien pidió a acompañarla, pero se negó y argumento no quería que viera que le tenía miedo, fue el último día que la vio con vida.

Iván regresó al menor con sus abuelos, pero con el pretexto de buscar rescatar su relación se llevó a su ex pareja, la mamá cuenta que tenía muchas razones para creer que era por la fuerza o con engaños, había antecedentes de ser posesivo y violento durante el tiempo de la relación.

En una ocasión, recuerda cuando Veka se encontraba embarazada la dejaba encerrada en la vivienda que rentaban, sin comer, mientras salía a trabajar, además, no permitía que nadie la visitara, después de tener a Axel decidió dejarlo, quería seguir estudiando la preparatoria pero él se oponía.

Al paso de las horas y no tener noticias, los padres empezaron a buscarla, preguntaron con los suegros de su hija, nada, más tarde un mensaje los alertó, su pareja les dijo que estaba en la vivienda que habían adquirido en el municipio de Chalco, a donde se trasladaron.

Ahí, en la recamara encontraron el cadáver de la muchacha, había sido asesinada con saña, estaba sin ropa y presentaba diversas heridas en su cuerpo, el responsable había huido y estuvo escondido en Quintana Roo, pero hace en febrero de este año fue detenido por autoridades.

Después de más de tres años y medio de tocar puertas y visitar organizaciones, su mamá sigue luchando por la memoria de su única hija y está cerca de lograr que el responsable pague por el feminicidio, en una semana se realizará una audiencia de vinculación de hechos.

El asesinato y la doble tragedia familiar

Veka quería concluir la preparatoria y después estudiar medicina, pero la relación que tenía con Iván se lo impedía, además, de prohibirle seguir en la escuela, la maltrataba, cada vez era más violenta, la convivencia, ella, decide regresar a casa de sus papás para rehacer su vida.

Al paso de las semanas retomó los estudios que había abandonado por buscar formar una familia, todo empezaba a caminar diferente, sus padres le ayudaban con los cuidados de su pequeño, entonces, tenía tres años, meses después iniciaría el viacrucis y tragedia para la familia.

“Estoy muy sorprendida, cuando vi a mi hija, le conté todas las heridas que tenía en su cuerpo, eran de  arma punzocortante, fue amarrada y golpeada antes y después de morir”, como alguien con quien convives pudo hacerle eso, su muerte fue en extrema violencia agrega Ángela.

En la reconstrucción de hechos, peritos determinaron que fue apuñalada 27 veces, además, se supo que Iván cometió el homicidio en un hotel ubicado en la carretera México Puebla, donde abandonó la ropa y después trasladó el cuerpo hasta la casa en que en un momento vivieron.

Luego de avisar donde se encontraba, huyó de la entidad, la familia de cuatro integrantes se avocó a buscar justicia, aportaron pruebas y datos para dar con el agresor, pero fue hasta tres meses después que el Ministerio Público giró una orden de aprehensión, pero no había avances.

La muerte de Carolina afectó directamente a su padre, quien durante el proceso cayó en una depresión crónica y al paso de los meses falleció, Ángela ha encontrado en esos golpes que le ha dado la vida, su motor y fortaleza, además, ahora se ha convertido en la mamá para su nieto.

Tras casi 40 meses que estuvo prófugo, el feminicida fue detenido cuando regresó al estado de México para retomar su vida de forma normal, la siguiente semana será clave para determinar su situación jurídica, la madre pide se dé una pena ejemplar por la crueldad.

Hace unos días logró entrevistarse con el titular de la Fiscalía General de Justicia estatal para exponerle su caso, confía sea el camino para encontrar justicia, pero a que no podrá recuperar ni a su única hija ni a su esposo.