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CRÓNICA: Peleas salvajes entre mujeres por un asiento y robos a mano armada en la Línea B del Metro

POR: / 21 de diciembre de 2018

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“La Güera” es la más solicitada en alguna de las cuatro mesas del comedor de su empresa y es que sus historias a bordo del Metro son épicas.

Y como no lo van a ser si viaja cerca de dos horas en Metro de ida y de vuelta, es decir, cuatro horas –que en ocasiones pueden ser más si se presenta algún imprevisto– de lunes a viernes y como ella dice, «ya me la sé» , aunque recapacita y agrega, «mentira, siempre hay algo que supera las últimas experiencias.»

Y como no contar con puñados de historias de todo tipo cuando desde hace casi cinco años, esta mujer de 35 años viaja de Ciudad Azteca a Buenavista –toda la línea B del Metro–. Son 21 estaciones que de acuerdo a su rutina hace hasta en 2 horas.» Desde que me subo a las 5:30 a.m. ya viene full.»

«La ventaja–señala– es que me vengo sentada. Un verdadero lujo, sin lugar a duda. Agarro mi lugar pegado a la ventana, me duermo un rato. Me despierto como a las 7 y me comienzo a maquillar antes de llegar a Buenavista, donde agarro el Metrobús con dirección a Deportivo 18 de marzo.»

Indica esta asistente de dirección de una empresa publicitaria que vive muy cerca del Panteón Guadalupano en la calle Tochtepec, en casa de su suegra. Su esposo es ayudante de construcción, hace herrería y múltiples tareas.

Desde ambulantes que dan descargas eléctricas a policías para poder huir, peleas salvajes entre mujeres por un asiento, asaltos a montones con armas de fuego, acosadores de mujeres, muertos, hasta una mujer depilándose las axilas y casi todas las facetas del crimen ha experimentado esta madre de familia originaria de Zamora, Michoacán, en apenas 21 estaciones.

Comparte que la han asaltado en cinco ocasiones; por lo que optó por cargar con “su guardadito de emergencia”. Cargo con una bolsa lo más sencilla con mis tacones, un toper con fruta, mi maquillaje, un celular básico y un monedero con 50 pesos, no más. Que se lleven lo que quieran. Y que me dejen en paz.

En su bolsa de emergencia oculta en alguna parte de su cuerpo, trae el celular bueno, identificaciones, tarjetas –para cuando se necesita– y un poco más de dinero para lo que se ofrezca.

Expone que lo peor es en temporadas de lluvias, pues el Metro tarda más de lo normal, viaja muy lento y se para en cada estación por horas. «Salgo de la oficina a las 5 p.m. y he llegado a casa a las 11 de la noche. En serio, no es de Dios.»

Agrega que otro de los inconvenientes es viajar con niños –y más en época de vacaciones–. «Me toca cargar con mi gorda, des desespera mucho, aparte siempre dice que huele feo, que va apachurrada, que ya se quiere bajar; pero eso sí, quiere de todo de lo que venden los vagoneros.»

Con cerca de 24 kilómetros de recorrido, esta línea viaja por ocho estaciones para salir de territorio mexiquense y adentrarnos en la capital. Ya en CDMX, ésta cruza el Barrio Bravo de Tepito y otras tantas colonias con fama de inseguras como la Romero Rubio y Guerrero.

«Lo mejor es estar siempre alerta», agrega Janette. De acuerdo a cifras de la Gerencia de Seguridad Institucional del Metro, la línea B es la que más quejas de asaltos violentos y delitos contra la salud registra desde 2012 y hasta marzo de 2018; además de ser la quinta con más robos sin violencia, es decir, pululan los carteristas aprovechando el tumulto de todos los días.

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