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LA COLUMNA ROTA: El feminicidio de Luz Adriana, una luz que se apagó en su familia

POR: / 6 de junio de 2017

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No, no llores, tienes la fortuna que muchas madres en este país no tienen; verme cuando así lo decidas…

LA COLUMNA ROTA/ FRIDAGUERRERA VILLALVAZO

Luz Adriana Castillo Vázquez nació en la Ciudad de México el 10 de septiembre de 1997; fue la primera hija de Alan Castillo y Wendy Vázquez, quienes en 1995 decidieron casarse y así formar un hogar, con dos hijos, o los que fueran para que no estuvieran nunca solos, fue así como primero la soñaron, después la planearon, el embarazo fue hermoso, sin achaques, Wendy le hablaba, su papá le cantaba, la acariciaba luego de nueve meses llegó Luz Adriana a sus vidas a llenarlas de felicidad.

Luz Adriana ‘Nena’, como le decían cariñosamente, acababa de cumplir 19 años, tenía novio como toda jovencita, además amaba a los animales, iba a estudiar para veterinaria, “tenía seis perros, un gato, dos cuyos”,  “no trajo más porque no la dejé”, con una media sonrisa nos narra Wendy, Luz Adriana es descrita por su familia como una niña tan llena de luz que por eso tenía ese nombre; cuando nació su hermano menor, se puso muy celosa, pero aún con eso lo amaba; lo protegía mucho, parecía su mamá, Wendy comenta que hasta le decían mamá chiquita.

El 31 de marzo de 2017, Wendy salió de su casa, lo último que supieron fue que estuvo en casa de su novio, que pelearon y Luz Adriana se fue de ahí; ya no la vieron, fue entonces que empezó el suplició de poner la denuncia, buscarla, imaginar mil cosas, si la estaban prostituyendo, drogándola, violándola, si comía; “era muy tragoncita, siempre tenía que tener sus fresas, su comida;  esa situación te acaba la vida no saber si está bien”, Wendy no dormía, cerraba los ojos e imaginaba a Nena, a su nena, “me dolía el corazón, la incertidumbre de no saberla me volvía loca”; así pasaron los días, a diario Wendy acudía al Centro de Atención a Personas Extraviadas y Ausentes (CAPEA ) para tener noticias de ella;  “en una ocasión me dijeron que había un cuerpo de una chica que habían encontrado en Amecameca, Estado de México; pobrecita, calcinada, se veía jovencita, entre a verla, hasta la bese para saber si era mi Luz, no, no era ella, pero me dolió mucho esa chica”.

César, el hermano de Luz, la recuerda siempre molestando, “era muy burlona, peleábamos como todos los hermanos, sobre todo por sus perros, que siempre me dijo que me los heredaría, cuando salía al negocio de mi mamá, me preguntaba ‘¿quieres algo?’; yo era más importante para ella que ella misma”, con la voz desgarrada César conmemora los buenos detalles de su hermana; la incertidumbre de la desaparición lo tenía desesperanzado.

Las autoridades de la Ciudad de México encontraron un cuerpo el 7 de abril de 2017, la prensa local no tenía registro de ningún cuerpo encontrado en la ciudad en esos días; el tormento  continuaba para Wendy, Alán y César; la familia completa de Nena estaba desecha.

El 27 de abril de 2017, veinte días después, las autoridades de la Ciudad de México tuvieron la compasión de avisarles que 20 días atrás habían encontrado un cuerpo en calles de la enorme metrópoli, al que por cierto iban a meter a la fosa común al día siguiente; Wendy fue de inmediato acompañada de una de sus hermanas, para que con el corazón en la mano intentara aún con lo doloroso que resultaba, verla, saber al fin si era ella.

La petición de las autoridades era que no la vieran, que tal vez solo con las pruebas de ADN sabrían si era Luz Adriana o no, Wendy se negó y pidió verla; ahí estaba en la plancha, ni siquiera olía lo que ellos decían el “alto grado de descomposición”; pedí abrieran su boca, fue cuando supe que si era mi nena; Luz Adriana, ahí estaba, no me dejaron abrazarla por el alto grado de descomposición, cuando Alán, su papá la vio, la reconoció por sus manos, Wendy llena de dolor, recuerda solo repetía eso “eres tú mi hijita, son tus manos, te amo, te amo, nunca te voy a olvidar”.

Nena empezaría pronto su curso de preparación para ingresar a la Universidad y estudiar en la Facultad de Veterinaria; era una niña buena, algunos medios locales, cuando desapareció, informaron que se había ido de fiesta, no fue así, “Nena nunca nos hubiera mentido, Luz Adriana tenía muchos planes para dignificar la vida de los animales, no le hacía mal a nadie”, detalla Wendy.

Al preguntarle a su mamá sí sospecha de alguien o si Luz tenía enemigos, comenta, “no, no sé quién pudo haberle hecho tanto daño a mi niña, dejarla ahí tirada como si fuera basura; tenía muchos amigos, amigas, que la querían mucho, el día que la sepultamos vino mucha genta a la que le dolió su feminicidio; sólo espero un día saber qué sucedió, qué le pasó a mi nena, quién la asesinó y verlos pagar tras las rejas.

Wendy nos hace saber que la angustia de no saberla es más difícil que aceptar que la encuentras aunque sea muerta; “cuando finalmente la tuve ahí enterrándola, sentí dentro del dolor mucha calma, al fin supe dónde estaba mi pequeña; y pensé cuantas familias nunca las encuentran”, estar en CAPEA a diario le dio la oportunidad de conocer casos de mujeres que llevan años siendo buscadas por sus madres; “me duele saber que para las autoridades solo somos cifras, a ellos realmente no les importa el dolor”.

Después de que la sepultaron las tías de Luz, le propusieron a Wendy, Alán y César ir de día de campo para encontrar un poco de paz, de calma, en el lugar Wendy lloró y lloró hasta caer en una crisis de dolor, finalmente iba entendiendo que Luz iba a ser su Luz toda la vida, al tomarse una foto y sonreír, una gran nube en forma de Ángel se posó arriba de ella: el mensaje interpretado “Es Luz, y buscaré justicia, ella está conmigo, su luz es mi luz y no me voy a vencer, voy a encontrar justicia para mi Nena, para mí Luz”.

Fui contactada vía Facebook por César, el hermano menor de Luz Adriana, de inmediato le pedí me diera un número para hablar con su mamá; así fue, finalmente nos entrevistamos el pasado 3 de junio de 2017; ante mis ojos nuevamente vi los ojos llenos de dolencia, una madre con el corazón destrozado, las manos crispadas de impotencia; pero al mismo tiempo dispuesta a no permitir que su pequeña quede sin justicia; un hermano menor, un niño para mí, de 18 años que con todo y su resistencia a hablar, más preocupado por cuidar a su mamá, finalmente me abrió su corazón y ante mis ojos, compartiendo el daño que le causaron, me hizo saber cuánto la extraña, la necesita, que no entiende como en este mundo pueda existir gente que haya lastimado a su hermana, la rabia, la impotencia y la desesperación; las compartió conmigo y esa voz fue la voz de su hermana; César sabe que ella no sé lo buscó, que en este país asesinan porque pueden, porque nadie hace nada para detenerlo, y él quiere sólo justicia para quien lo acompañaría a ver “El Planeta de los Simios”, porque el protagonista se llama César y Nena le decía que él era ese simio.

Quieres ayudar a la familia de Luz se #LaLuzDeLuz y firma Justicia para Luz Adriana. #NiUnaMenos. Y con esto deja de justificar a sus feminicidas y no criminalices su feminicidio; ella no se lo busco.

 

Junio 2017 Ciudad de México

Quieres contar una historia de feminicidio, desaparición, o intento de feminicidio búscame, ayúdame a visualizarlas.

@FridaGuerrera

 

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