FOTOS: Tristan Velázquez
No hay alguien en la Pro Hogar, en Azcapotzalco, que no conociera a Víctor, dicen que a pesar de no poder caminar siempre era muy activo y se las ingeniaba más para conseguir una “mona” que para comer.
—¿Qué pasó, quién era o qué?
—El señor que siempre se arrastraba, ya no la libró.
—¡Pobre!, por lo menos ya no va a sufrir. Que en paz descanse. Comentaron algunos de los habitantes.
“El siete vidas”; “gato-perro”; “el nahual” y “el gato” son algunos de los apodos con los que identificaban al hombre de unos 60 años, quien era hidalguense.
Desde hace tres meses lo vieron decaer, pues los baños Satélite cerraron y era un lugar donde le permitían resguardarse de la lluvia y el frío, en ocasiones también lo dejaban bañarse.
“Andaba bien y era movido, pero le robaron su andadera con la que podía caminar y desde que cerraron los baños se decayó; por lo menos ya pasó a mejor vida”, dijo un comerciante que lo conocía desde hace 15 años.
Desde ayer vieron desganado a “el gato”, ya no se movió de la esquina de Calle 15 y Calle 12, sus cuates y comerciantes de la zona le acercaron comida y una cobija, pero ya tenía frío y estaba perdido, comentaron.
Fue este jueves, estaba nublado y el señor de un puesto de relojes que ya iba a sacar su mercancía lo encontró sobre cartones y cubierto con la cobija que ayer le dieron.
Lo movió varias ocasiones, pero Víctor no atendió y por eso dio aviso a las autoridades.
Cuando paramédicos llegaron, sólo confirmaron que ya se habían acabado las “siete vidas”, pues Víctor ya no tenía pulso.
Mientras peritos retiraban el cadáver, clientes y comerciantes se detuvieron para verlo irse, como otras veces en las que se desaparecía hasta por dos años y luego regresaba, por eso le decían “el gato”, aunque esta ocasión fue triste porque sabían que no iba a regresar más.